NARRACIÓN HISTORICA
Narración Histórica
Revolución industrial
Industria textil y adaptación de la máquina de vapor
La
revolución industrial es considerada como el mayor cambio tecnológico,
socioeconómico y cultural de la historia, ocurrido entre finales del siglo
XVIII y principios del XIX, que comenzó
en el Reino Unido, Gran Bretaña y se expandió por toda Europa y el resto del
mundo. En aquel tiempo la economía que se basaba en el trabajo manual marcó un
antes y un después en la tecnología.
La
industria textil había adquirido importancia en Gran Bretaña ya en la era
“preindustrial” con el sistema de putting-out. La manufactura de bienes de lana
y de estambre era la de mayor importancia, si bien en Escocia e Irlanda, a
diferencia de lo que pasaba en Inglaterra y Gales, predominaba el lino. La
industria de la seda, introducida en las primeras décadas del siglo XVIII,
empleó fábricas y maquinaria accionada por energía hidráulica, a imitación de
las italianas; la demanda de seda, no obstante, era limitada, debido a un alto
costo y la competencia del continente.
La
industria textil fue la primera en desarrollarse, de hecho la producción de
telas era desde hacía siglos una importante actividad económica en Gran
Bretaña, tanto de tejidos elaborados a partir de lana que era el sector más
tradicional y predominante, como paulatinamente el sector del algodón que fue
ganando terreno hasta superar al de la lana. El algodón, pasó a ser la
actividad principal en esta época, incorporando diversas innovaciones a los
procesos de tejido e hilado, desplazó en magnitud a la de la lana.
A
principios del siglo XVIII, la fabricación de tejidos, era la rama de la
industria que absorbía mayor cantidad de mano de obra. La preparación de hilo,
mediante el huso y la rueca, y el tejido, realizado con telares manuales,
exigían muchas horas de trabajo para elaborar una pieza de tela.
Hasta
la invención de la máquina de Vapor prácticamente solo existían dos máquinas
como fuentes de energía en Europa como fueron la rueda hidráulica y el molino
de viento, que a lo mucho ofrecía solo 10 caballos de fuerza. La mayor rueda
hidráulica de toda Europa fue construida para servir las necesidades del
Palacio de Versalles en Francia, en 1682, durante el reinado de Luis XIV, que
funcionando bien llegó a producir 75 caballos de fuerza.
Al
disminuir los costos de producción empezó a exportarse un porcentaje cada vez
mayor, en 1803 el valor de las exportaciones de algodón sobrepasaban las de
lana, y la mitad o más de los productos de algodón, del hilo y de la tela
terminaron en mercados de ultramar.
La
invención de la máquina de vapor fue una de las más importantes innovaciones de
la revolución industrial. En el siglo XVIII la industria textil aprovechó el
poder del vapor de agua para el funcionamiento de algunas máquinas que utilizaba.
Estas textiles se convirtieron en el modelo de organización del trabajo humano
en las fábricas.
La
máquina de vapor supone el mayor logro tecnológico del siglo XVIII y es la
piedra angular del desarrollo de la revolución industrial en Gran Bretaña. Ya
en 1705 el inventor Thomas Newcomen patentó el primer modelo de máquina de
vapor para bombear el agua que se infiltraba en las explotaciones mineras. Se
trataba de un simple cilindro en el que se introducía vapor de agua que
impulsaba el pistón hacia arriba, después el cilindro era rociado con agua fría
y la presión atmosférica impulsaba el pistón hacia abajo.
El hecho de tener que enfriar y calentar el
cilindro para cada movimiento hacía que la máquina de Newcomen fuese muy
ineficiente y solo tuviese éxito para achicar agua en las minas de carbón donde
el combustible era casi gratis. A partir de 1763 James Watt, introdujo
importantísimas mejoras como añadir un condensador separado del cilindro que
evitaba las enormes pérdidas de energía de la máquina de Newcomen.
En
los años siguientes Watt introdujo numerosas innovaciones en sus patentes
destacándose entre estas la adición de un cigüeñal y una rueda para conseguir
un movimiento rotatorio que posibilitará su aplicación en las fábricas, el
ferrocarril y la navegación en los últimos años del siglo XVIII y los primeros
del XIX. A mediados del siglo XIX la potencia de trabajo instalada en forma de
máquinas de vapor era ya, en Gran Bretaña, superior a la fuerza humana de todos
los obreros británicos. Se había entrado de lleno en la era de la mecanización.
El
progreso tecnológico no se detuvo aquí, sino que dio un gran salto hacia
delante cuando, desde fines del siglo XVIII comenzó a aplicarse la energía de
vapor a las máquinas de hilar y tejer. Patentada por Watt en 1769 y
perfeccionada por este y por Boulton seis años más tarde, la máquina de vapor
creó una fuente de energía inanimada mucho más fuerte y regular que el agua.
El
desarrollo de maquinaria en las dos primeras décadas del siglo XIX facilitó la
manufactura para una mayor producción de artefactos, equipos y accesorios
utilizados en otras industrias.
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